Luis me reajusta tres vértebras cervicales desplazadas. Me incorporo de la camilla, pongo los pies en el suelo y noto la extraña sensación de estar inclinada, como la torre de Pisa.
-¿Cómo te sientes?
-Torcida.
-Pero era antes cuando estabas torcida.
Me aconseja caminar un rato, para que mi cuerpo asimile la nueva información. Tengo un nuevo centro de gravedad. Y era cuestión de unos pocos milímetros.