Vladimir me insiste: ¿de qué blanco quiero las paredes? Y yo no entiendo, le digo que confío en su blanco, en el que le parezca. Pero él no cree que yo luego vaya a estar de acuerdo con ese blanco, así que tendré que darle una referencia: ¿cuál es el blanco que quiero?
El blanco que imaginas, supongo. Lo difícil es buscarle un nombre. También hay cientos de negros, grises… El señor o señora Pantone les puso nombre a casi todos ellos. A los que diseñamos nos va muy bien, aunque ayuda más bién a la indecisión. ¡Definirse siempre cuesta!
Cierto, Serenade, tú siempre brillante. Sé que un esquimal también vería veinte blancos pero yo solo tengo uno. Vladimir siguió resistiéndose a que confiara en él.