Me mudo en breve, me iré de aquí, mi atalaya. Sin convocar a la nostalgia, sin inventario de felicidades, llevándomelo todo. Sé que amo salir tantas veces al balcón y, en este julio, el aire amigo en los pies cuando sesteo en el sofá y quedan suspendidos en el vacío. También cierta cualidad del silencio, que arropa o ahoga pero que me hace audible. Y luego está la sonrisa con la que me saluda cada mañana en la esquina el dueño del bar, aunque nunca haya entrado en ese bar.
Llévate tu hogar. Hay quien no puede. Instala tu receptividad en otra rutina. Siempre encontrarás estímulos a la medida de tu sensibilidad.
Gràcies. Que bé que escrius, Taxman.