Estoy en Austria, llueve sobre un lago y nado con Elisabeth y su padre, ebrios de felicidad.
«Daddy, I love you, le gritó ella. Y él alzó la voz : ¿Qué has dicho? Ella gritó: Nada. Tengo frío.»
(Tres senderos hacia el lago. Ingeborg Bachmann, 1972. Siruela)