Un árbol en el tejado

Llega otra misiva del lector de Úbeda. De nuevo mecanografiada y perfecta en su arquitectura de palabras. Detrás de ella, un hombre cultivado, preciso. También un punto estrafalario, dado a los vuelos mentales, y, quizá por lo mismo, guasón. No quiere ser una higuera loca en un tejado, escribe, ha decidido convertirse en un cerezo en un balcón. Llama a ejercitarse, parece que en el arte de ser libre y consciente («¡Ejercicio, ejercicio, ejercicio! Has de cambiar tu vida»).

PD: El árbol de la foto es un roble, y cualquier otra cosa que tú veas.

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