Esta tarde me he dado prisa en volver a casa para fotografiar a las anémonas tocadas por esa luz fileteada que sigue al mediodía, una luz que no llega en vertical, ni siquiera exactamente oblicua, sino tendida a punto de irse a dormir, arrodillada tras el último edificio.
La textura de las anémonas es impresionante. Con tus fotos, se intuye un tacto muy delicado. Un beso enorme, Noelia
Sí, al viento deben de temblar. Gracias por tu comentario, Noelia. ¡Un abrazo!