Me gustan estos haikus de las hierbas crecidas en márgenes, su belleza olvidada, que no compite. Me gustan las flores escapadas de la tierra, que veo desde el coche en las cunetas y para las que detendría la marcha. Pero vamos a los naranjos, nos enseñarán el Huerto del Aliento, y el fucsia insólito de unas amapolas al trasluz se queda moteando mi mente.