Intento encontrar el color para esta niebla densa con la que el cielo bajó ayer al Tagamanent. Nos dio un mundo nuevo, de sólo lo próximo. Sentíamos en su vacío intimidante un propósito de barrer y desnudar, y las ramas podían ser más que nunca filigranas y los cercados, abrazar un campo de nada. Hubo un momento en el que reí, de una ebriedad difusa por todo lo que se iba insinuando y esfumando, por ese entrometerse de las alturas que recibo siempre como un saludo. Un hermano mío, por el que me ocupo de amar cada árbol y cada brizna, conocía bien este lugar. Me permito vivirle altamente, en mi tristeza y en mi felicidad. Miré el camino borrado por el vapor, hacia adelante y hacia atrás. Así vivimos.
Muy bello y estremecedor. Un beso, Noelia
Gracias, Noelia. Sí, somos poco. Y quizá haya que disfrutarlo más. Un abrazo.
Muy bellas imágenes, y adecuadas las metáforas. Saludos por el blog.
¡Muchas gracias! Saludos también.