Campos de colza rodeando Vic, demostrando su amarillo vibrante, sus franjas de ninguna bandera. Amapolas siempre francesas: coquelicots. Un árbol centinela tutelando ésta y esa otra casa. Y en la belleza de los prados, en la euforia del verde y del silencio del aire, y de los majuelos explotando en blanco, de pronto la naturalidad de la muerte: una vaca inerte junto a su ternero recién parido, también muerto, un acto fallido de la vida, ofrecido a nuestros ojos sin ceremonias, sin la violencia del grito o del llanto, sin ni siquiera una mosca. Puedo acercarme y, muy serena, mirar a los ojos de la muerte y a su sangre, y a todo eso que yo sigo preguntándome.
Thank you for sharing your observations about death and beauty. The fields in the top image are breathtaking!