La tormenta de la noche ha levantado un domingo desperezado con vapores, saludado de luna en las primeras horas. Hemos ido dirigiendo nuestros pasos atendiendo a la belleza, tan profusamente regalada en el Montseny, sin darnos cuenta de que cumplíamos un antiguo deseo de peregrinaje, en la fecha y el destino. La sorpresa no ha sido tanto que siguiéramos un plan del que no tuviéramos apenas noticia, sino que éste solo se haya podido realizar por el camino del placer.