Ejercicios de lo esencial

 

Probablemente las flores ya se hayan desvanecido pero hace algo más de una semana, en los campos que custodia una vieja encina muy cerca del pueblo, el rojo de las amapolas se entreveraba con el verde tierno de las espigas y nosotros corríamos a verlo, todos los días, a veces directamente llegados de la ciudad. Corríamos por la belleza, por la luz que iba a recogerse con una cualidad de oro. Me asombra que, aunque difusa, perdure en mí la impresión de una escena de Una habitación con vistas que vi con menos de quince años.

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