Hay muchas fotos que no hago, que ocurren cuando no llevo cámara. Ya no maldigo esos instantes que entiendo que se me regalan sólo a mí y sólo entonces. Podrían ser un guiño del universo.
Annie Leibovitz se lo dijo a Lluís Amiguet en La Vanguardia (Magazine, 2009): «He aprendido a disfrutar también de las fotos que no tomo». Y agregaba: «Esa contención es un placer secreto e íntimo, como la misma fotografía: te vincula secretamente al mundo».
Y esos instantes son pequeños tesoros que hilvanamos en la retina y en el recuerdo.
Precioso post.