Carnet de voyage

1. Es día de mercado en Ménerbes. No encuentro la oficina de correos y me he dejado unos tomates pagados en alguna parte. Más de un tendero se percata de mi ir y venir. Finalmente doy con la Poste. Un hombre entra justo delante de mí: algo orondo, cabello gris cabalgando con elegancia, chemise blanche. Mientras esperamos nuestro turno, me echa miradas distraídas. Finalmente me aborda:

-¿Estás de paso haciendo las compras o te hospedas en Ménerbes?

-Estoy alojada aquí.

Me detengo un momento.

-¿Y usted?

-Yo soy el acalde.

-Ah.

Entonces este hombre es también el productor de Emmanuelle, el que he visto en L’Express. Yves Rousset-Rouard, por lo que he leído, llegó aquí en el año 1981. Dice en esa entrevista que donde se siente mejor es en el viejo cementerio de Ménerbes, la popa de este pueblo que se ha subido a una roca y navega entre viñedos. Quiere que le entierren en esa suerte de cementerio marino. Yo subo allí todas las tardes a ver ponerse el sol.

Pero ha dado media vuelta y se ha ido.

-¿Madame?, me llama la mujer del mostrador.

2. En todas las tiendas la misma suspicacia. Pregunto si hay algún problema en que haga algunas fotografías, aclaro que son para un uso personal, no lucrativo. Me espetan que por qué quiero hacer esas fotografías.

-Lo que veo me parece bonito.

Se redobla el recelo.

3. Ha llegado el mistral y, con él, el rumor de los árboles en la noche. Me puede el insomnio. Abro el libro de David Servan-Schreiber On peut se dire au revoir plusieurs fois. Me susurra que vivir es siempre un riesgo y que el valor no te quita el miedo.

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