Cierta paz ciertos días

focpunxa

Mientras esta belleza me apacigua la carrera de vivir, mientras cuido mi cansancio con mente descabalgada y me dejo pensar sin orden, se va acallando el gruñir de haberme cansado, haber cumplido.

tardorjo

Le hablo de mis dos cuentos más recordados de la infancia: el de la princesa del guisante (precursor de mis años de insomnio y delicadeza) y el del padre de las dos hijas que ha de orar para que llueva y para que no llueva (un marido tiene sembrada la cosecha y el otro ha tendido su cerámica al sol). Lo más curioso –le digo– es que si del primero no recuerdo la trama (sólo el dibujo del guisante bajo los siete colchones), del segundo no recuerdo el final (sólo el peso de la dificultad de decidir). Pero él me aclara que no hay final, que es una fábula de Esopo que termina en duda y que se permite el consejo: no intentes complacer a todo el mundo, no se puede, no a la vez.

(Última foto: Àlex Rovira)

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