Vamos a París y no entramos en los museos ni en las tiendas. Vamos a los parques. Y al río. Encontramos lo eterno: las flores fugaces, el agua que pasa.
Subimos los nueves escalones hasta monsieur Padoux, que es reservado y afable, que lleva un chaleco comprado en Katmandú y pisa alfombras extranjeras. «Vuelvan, vengan si vuelven», se despide una y otra vez. Pero él cree haber aprendido la distancia, cierto desapego del mundo.
Leo a Javier Pérez Andújar. Lo paladeo y voy de su mano como lo hacía con mi hermano, por las orillas del Besòs, de la ciudad, del mundo. Bailo agitando los brazos el Field Below de Regina Spektor y el piano se me mete por dentro como alas.
me encantan las tomas, con ellas me hace ilusión un día partir hacia ese lugar…