Algunas canciones me transportan al territorio por el que parece discurrir la verdadera vida. Me atraviesan límpidas, sin el parapeto de las palabras, y me noto entonces expresarme en sus notas y en la fuerza que las impulsa con un poco más de aire, a veces mediante el gesto exacto del dolor, a veces con puro baile, en movimientos precisos que no dicto. Todo está dispuesto y no tengo más que dejarme arrastrar por ese mundo posible en el que estoy entera, cerca de eso esencial que necesito visitar. Mientras dura la música y su influencia yo soy eso, un alma palpitante que roza el gran secreto.